Art by Shin KwangHo
La locura es un vidrio, una ventana a lo desnudo. Los ojos idos se recrean, voyeurs de lo prohibido que arrecia en ellos de la manera más natural: la biológica. Las palmas de las manos palpan el velo sólido, se aprietan contra él y sienten el frío de la soledad penetrándolas; transgreden su propia palidez buscando ser translúcidas. Quieren prescindir de contornos. Los contornos son límites, y ellos rebasan cada uno de ellos.
(Yo rebaso cada una de las líneas de mi dibujo.)
A las manos les sigue el resto de ellos: cuerpo, mente y alma, la suma de toda criatura bendecida con la vida. Se conducen con las manos por delante porque les salen al paso quimeras a las que temen y que se corporizan en fauces con las que justifican su gangrena. Se infligen heridas que no sienten, se caen a pedazos y no ganan ligereza que los ascienda. No. El cielo os está vedado, ¡malditos! Yo soy la guardiana de vuestras puertas, la desdichada e híbrida criatura que mantiene entornada la puerta entre la realidad y la locura para vigilaros, niños que jugáis con la muerte, que construís con los huesos. Vuestra risa pura, cristalina, genuina me ha arrastrado a vuestro juego, y ahora a dónde pertenezco.
Y ahora dónde más me miro si sólo me gustan tus ojos de espejo.
Encajas tu pupila en la mía a una proximidad que estrechamos en nuestra mutua atracción, y de pronto todo desaparece al umbral de tus ojos. Se abre un nuevo paisaje velado por la noche: no hay perspectivas que ahonden en la lejanía, no hay a dónde ir. Solo abismo.
He estado delirada otras veces.
He caído en ti antes.
Solo es querer morir sin morirse.
Solo es estar muriéndose sin rondar el final.
Lara xx