sábado, 28 de enero de 2017

JAGUAR


Un día le pregunto a Jaguar por qué se llama Jaguar. 

Por mi padre, contesta. Mi madre considera que es el tío de mejor categoría al que se le ha abierto de piernas sólo porque conducía un Jaguar. Casi puedo seguir el hilo de los pensamientos de mi madre por aquella época. Hablando a todas sus amigas de “el Tío del Jaguar”. Era un hijoputa de buena familia, con un presente brillante y un futuro que prometía serlo aún más si hacía buenas elecciones, y mi madre no entraba en esa categoría. Le tenía prohibidísimo que hablara de él. Eso dice ella. La verdad, creo que ni siquiera logró ver el rostro detrás de la máscara. El único nombre de mi padre que me dio es “el Tío del Jaguar”. Si construir castillos en el aire ya es de idiotas, imagínate lo estúpida que es mi madre. Construyendo un chalet adosado en una urbanización de élite en la inexistente Nada. El aire es con certeza más real de lo que lo era ese millonetis. El aire es inaprensible, pero es real. Puedes sentirlo al inhalar. Puedes sentirlo inflándote los pulmones. Puedes sentirlo al expirar. Lo único real de ese tío que entró en contacto con mi padre fue la polla. Pero, para ser justos, ambos tuvieron hacia el otro un sentimiento puramente material. Qué se puede esperar de alguien que lo ha tenido todo en la vida sino que sólo sepa valorar lo material y que piense que TODO se ha hecho para complacerlo. Y qué se puede esperar también de alguien que no ha tenido NADA en la vida y que quiere aspirar a un pedazo de ese TODO condensado en la figura de un hombre que no sólo la haga salir del barrio marginal en el que malvive, sino que la saque de sí misma, de la persona miserable e insignificante que es y la eleve por fin a ALGUIEN. No le importan las cualidades de ese ALGUIEN. Qué más da si lleva el pelo teñido de rubio o de rojo; sólo quiere un pelo que no le recuerde a la persona que ha sido. Qué más da si ir a clase de pilates o a yoga. Solo cuenta disponer de una vida de ocio para asistir a ellas. Qué importa una chacha latina o asiática. Sólo quiere no volver a limpiar mierda de un baño el resto de su vida. Qué más da un marido que la quiera o que no. Sólo quiere ser su mujer oficial, la que tenga permitido meter mano en su cuenta bancaria y la que tenga el poder de darle donde más le duele: en el dinero, si se divorcian. Sólo quiere ser ALGUIEN. Y qué más dará qué clase de ALGUIEN. El sentimiento del uno por el otro, en ambas direcciones, se limitó a lo material. Él sólo quería su cuerpo. Ella sólo quería su Jaguar. ¡550 caballos! Exclamaba a sus amigas. 550 caballos que ella contaba para que la sacaran a toda velocidad de la mierda de vida que llevaba. 550 caballos que sólo sirvieron para qué él se diera a la fuga dejándole la vida más embarrada todavía: un bebé. Yo. Jaguar.

Soy Jaguar por mi padre, “el tío del Jaguar”.

“El tío del Jaguar” es lo mejor que le ha pasado a mi madre en la vida. Por delante de mí y del resto de mis hermanos.