martes, 18 de agosto de 2015

Aquel templo al que me arrimo sin atreverme a entrar



Créditos de la foto (click)
Título: "With and within" // 84/365 //
Autor: Tyler Rayburn
Fuente: Flickr

Me descalzo con todo mi respeto ante la virtud del amor, y merodeo en las inmediaciones de su templo, alineando sus columnas con la mía, mientras espero apoyada en sus majestuosos soportes. Me sé impura como para recibir la bendición de sus aromas en vaharadas de incienso, me sé indigna de marchar articulando con mi silencio su nombre, como en una oración que no puedan rastrear oídos mortales, llamando directamente a las puertas del cielo. Me siento encogida sobre mí misma: las rodillas dobladas, los brazos rodeándolas, la cabeza sobre sus cimas; tan compacta como impenetrable he sido siempre. Y miro: todos aquellos sacerdotes y sacerdotisas que desnudos de alma y cuerpo avanzan en pareja hacia el interior del templo, y penetran en un misterio que me excluye y agudiza mi soledad. Pero la manera en que sonríen las comisuras de sus ojos, las galaxias que ostentan sus pupilas, el marfil de sus dientes al descubierto, el arco elevado de sus bocas, la forma en que se anudan sus extremidades, son piezas sueltas de un puzle que me da una idea de los ritos sagrados en los que participan los que aman.

Mi inmunidad es mi soledad. Pero no tiene filtro que discierna lo beneficioso de lo inconveniente. Empiezo a ser impermeable a la misma vida, y aguardo mustia en los alrededor del templo, recostada en la hierba, absorbiendo la energía solar de forma del todo pasiva, aprendiendo de las flores a florecer, ensayando sus modales pero sin enraizar en su misma naturaleza. Las voces de los pájaros llenan mis oídos y alivian mi nostalgia, pero a veces su alegría ensombrece mi tristeza. Los cielos azules se convierten en lienzo para las filigranas de hojas, y las nubes que transitan se convierten en quimeras modelables por el prisma de la mente.

Lo cierto es que la intemperie es deseable en los días soleados. Pero cuando llueve me arrimo a los muros del templo, y reconozco que tarde o temprano llegará un invierno que me venza y me haga desesperar por ganarme el derecho a su amparo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario